Ojo intruso

Una pedagógica antirracista anticolonial

A quienes se interesan por las vidas demasiado “otras” especialmente vísperas del 8M 2019. Escribo una pedagógica antirracista anticolonial desde mi corazón que piensa con el cuerpo. Como migrante, indiadescendiente y sudaka, retomo algunos girones de la memoria cósmica de Abya Yala que me incitan a cuestionar la versión oficialista del 8M proyectada, a mi parecer, en una pedagógica fantasiosa.

Las heridas migrantes están expuestas a todas horas del día, todos los días del año, no sólo el 8M, 25N y demás celebratorias. A lo largo, ancho y profundo de este territorio y en el patrimonio tangible, simbólico e inmaterial, las vidas migrantes irrumpen con pluriversas prácticas de existencia. Han pasado años para que mis ojos intrusos se puedan percatar de que las reivindicaciones y demandas migrantes forman parte de la agenda feminista local. No niego la pertinencia de las alianzas estratégicas con la izquierda blanca para efervecer -algún día- las políticas que realmente nos favorezcan como la derogación de la Ley de Extranjería y la ratificación del Convenio 189 de la OIT si de trabajadorxs del hogar y los cuidados se trata, el acceso real a la sanidad pública, el cierre de los CIES, el reconocimiento justo de los trabajos agrarios en manos migrantes, las jubilaciones dignas, los currículum no racistas ni coloniales en el sistema educativo, el derecho a la vivienda, etc, etc.

Las heridas migrantes están expuestas a todas horas del día, todos los días del año, no sólo el 8M, 25N y demás celebratorias

En el afán de aflorar un proceso social transformador ante el entreverado de las múltiples opresiones por género, raza, clase, sexualidades, etc., se han moldeado las experiencias “otras” para integrarlas en agendas respectivas, ignorando que nuestras prácticas están enraizadas en las memorias de largo aliento desde hace más de 500 años. Que sea una novedad para ustedes, a quienes les anda interesando últimamente los feminismos otros, el pensamiento descolonial y alguna genealogía intrusa, no les exime del error de racializar, capitalizar y despolitizar las raíces de nuestras voces. Adscribo mi sentir a la declaración que hizo Silvia Rivera Cusicanqui: “lo postcolonial es un deseo, lo decolonial una moda y lo anticolonial una lucha”, visto lo visto y escuchado en contextos feministas de diversas índoles.

Se trata de amasar un antirracismo político desde Abya Yala como lugar geopolítico de enunciación y sentipensarnos en lo cotidiano a partir de 1492 como posicionamiento impostergable ante las violencias

Ante la performance violeta global que augura el próximo 8M recomiendo ejercitar el ojo intruso como pedagógica. No es suficiente pancartas contra el racismo en la mani, ni que Benimaclet se inunde de carteles de mujeres racializadas, asumamos la ignorancia porque “en el proceso de levantar la cabeza y de asumir nuestra ignorancia sobre el mundo del “otro” o de la “otra”, comenzamos a mirarnos en el acto de mirar a otras personas. Las brechas, pues, o bien se cruzan o se hacen infranqueables” (Rivera Cusicanqui, 2015:296). Se trata de amasar un antirracismo político desde Abya Yala como lugar geopolítico de enunciación, sentipensarnos en lo cotidiano a partir de 1492 como posicionamiento impostergable ante las violencias sistémicas, institucionales, sociales y culturales del vigente proyecto civilizatorio, de desarrollo y demás formas de dominación.

Seguiremos alertes en este territori-Terra que també és el nostre para que la lucha antirracista y anticolonial no sea encorsetada a la medida de las herramientas del amo, parafraseando a Audre Lorde.

Salomé Carvajal-Ruiz

Rivera Cusicanqui, S.
(2015). Sociología de la imagen. Miradas ch’ixi desde la historia andina.
Buenos Aires: Tinta Limón.

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