Dar la voz a los protagonistas

fent barri · març 2017

Luchas del trenet (1988)

Dar la voz a los protagonistas
Elisa Sanchis

Dar la voz a los protagonistas

Al leer el Boletín que periódicamente publica la Asociación de Vecinos y Vecinas de Benimaclet, me he encontrado con el artículo “¿Qué problemas tienen algunos políticos con las asociaciones vecinales?” que creemos debería ser motivo de reflexión.

En dicho artículo se reproducía párrafos de un texto de los Talleres de Modelo de Participación Ciudadana de València, celebrados en noviembre pasado en el complejo de la Petxina, de los que trascribo lo siguiente:

“s´ha vist amb tota claredat durant el diagnòstic el fet de que les associacions han perdut part de la seva capacitat d’aglutinar representativitat dintre del seu sector i que, paral.lelament, han crescut iniciatives socials sense forma associativa que han representat els interessos de grups importants de gent”.

La rotundidad de la primera afirmación nos sorprende porque no habla de a qué tipo de representatividad se refiere. Entendemos que no se habla de representatividad formal, que solo podría medirse cuando el conjunto de una población emita un voto, lo que no es el caso. Tal vez la emplee en sentido coloquial refiriéndose a la capacidad de implicar a un grupo humano en la defensa de unos intereses que considera como propios. Así, al aplicarla a las AAVV, esté hablando de en qué medida son el vehículo para la defensa de la calidad de los barrios y de su potencialidad para canalizar sus reivindicaciones ante las diferentes administraciones, y sobre todo de su fuerza para movilizar a los vecinos y vecinas cuando la situación lo requiera.

Al no haber especificado en que habían perdido representatividad estas entidades asociativas ni haber aportado datos concretos en los que se basaba el diagnóstico, es imposible rebatirla o compartirla. ¿Se refiere a algunas asociaciones o a su mayoría? ¿Es debido a su mal funcionamiento o porque este sistema asociativo ya no es útil? Los más de 40 años de existencia de las AAVV, nacidas en los últimos años del franquismo, cuando pedir un semáforo para evitar atropellos podía costarte una multa o una detención, merecerían ser tratadas con más detalle. Son muchos años de historia para despacharlos en una frase, ¿alguien concibe el desarrollo de nuestra ciudad sin las movilizaciones de las AAVV? ¿No se valora la resistencia en los años de plomo del PP? Hubiera resultado oportuno en un taller de participación efectuar un análisis exhaustivo de cuál es la realidad de las AAVV en la actualidad, de sus logros y errores, y en qué medida son capaces de pulsar las nuevas tendencias sociales.

Por lo que respecta a las iniciativas sociales sin forma asociativa, tampoco se dan datos sobre su trayectoria ni se presentan ejemplos de actuaciones. Lo que habría sido conveniente pues estos grupos son un cajón de sastre, desde una colla excursionista-ecologista hasta los afectados por el ocio nocturno o por los desahucios. Ha faltado, tanto en este caso como en el anterior, la evaluación de sus respectivas trayectorias, algo hoy muy de moda, cuando ya se viene realizando en la dinámica de grupos desde mediados del siglo pasado. No vemos motivos para la competencia entre unos grupos y otros. Esos grupos no asociativos tienen la frescura de lo espontáneo, de la flexibilidad y de su mayor capacidad de reacción. Frente a esto, una asociación implica mayor compromiso con su afiliación y su cuota y la demanda de un trabajo voluntario para su funcionamiento; sin embargo, tienen una ventaja: su permanencia. Todos sabemos que cualquier movilización tiene sus altos y sus bajos, sus momentos de euforia y de apatía, pero los problemas siguen y hay que ocuparse de ellos cada día porque es precisamente en momentos de cansancio de la ciudadanía cuando se imponen las decisiones más impopulares, y para ello se requiere una estructura permanente.

Desconocemos si en algunos barrios se han producido conflictos entre ambos modos de participación, conflictos que también se producen en otros colectivos como las fallas o los equipos deportivos, sin que llegue la sangre al rio. En Benimaclet, que es lo que conocemos, si ha habido tensiones, no han impedido la colaboración. Por ejemplo, el 1.986 se formó la Coordinadora Pro Instituto cuyo fruto es el IES Ferrer Guardia y en esta misma línea en 2.004, cuando ya éste estaba saturado, se formó otra que logró la apertura del IES Rascanya Antonio Cañuelo; desde principios de este siglo está en funcionamiento la Plataforma por un Centro Cívico y Cultural de Benimaclet que agrupa a 23 entidades del barrio.
Seguramente son momentos difíciles para las asociaciones por la crisis económica, política y social que atraviesa nuestro país, y ello ha podido llevar a cierta apatía en algunos barrios. En Benimaclet se supo buscar nuevas formas de implicación, como ha sido el trabajo que ha conducido a la trasformación de 100 parcelas de huertos urbanos, autogestionados por los hortelanos y hortelanas que tuvieron acceso a las mismas. La lucha fue dura, comenzó en 2.011 y supuso un enfrentamiento con el BBVA, propietario de los terrenos. La reivindicación surgió de la asociación pero contó con la colaboración de TERRA, Centro Instructivo Musical y algunas AMPAS. Continúan funcionando a pleno rendimiento desde su inauguración en setiembre de 2.012.

Suponemos que otras asociaciones tendrán experiencias similares que aportar, pero sinceramente creemos que estamos equivocando el enfoque. Nadie duda que el objetivo de cualquier modelo de participación ciudadana es lograr que la ciudad sea nuestra y que por medio de la participación democrática de todos y todas nos eduquemos en la autogestión de nuestra vida diaria en una convivencia igualitaria que respete a los diferentes. Por todo ello, resulta urgente seguir trabajando sobre los modelos de participación, eso sí, dando la palabra a los auténticos protagonistas, de igual a igual. Que se escuche a las AAVV realizar su propia evaluación, y a sus críticos rebatirla o complementarla; y a las nuevas iniciativas participativas, hablar de sus experiencias y la valoración que hacen de ellas.
Conjuntamente podrían entonces responder a las siguientes preguntas: ¿cuál es la situación de la participación ciudadana en nuestra ciudad?, ¿se está respondiendo a las necesidades de la ciudadanía?, ¿son capaces las actuales Juntas de Distrito de recoger toda esa riqueza en su funcionamiento actual?

Esperamos que la Concejalía de Participación recoja esta propuesta ya que pensamos que es a través del análisis de las prácticas concretas como llegaremos a lograr la participación ciudadana que todos deseamos.

Elisa Sanchis Pérez
socia de la A.VV de Benimaclet desde sus comienzos

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