Hombres de Alambre

Ejemplos

– Señalar con el muñón también es de mala educación.
– Cuando todos los continentes se vuelvan a unir, aún habrá algún imbécil que quie- ra atravesar el océano.

– El pensamiento es un hecho. Ahora hay que ver si lo quieres muy hecho, poco he- cho o al punto.
– Los controles de alcoholemia me la soplan. – Mi única estrategia para marcar abdomi- nales es la tos.

– Empresa de telefonía ofrece trabajo fijo o móvil.
– Qué difícil es gustar en las reuniones cuando uno huele a mierda.

Entre la misantropía y la esperanza en el ser humano, Stavros nos presenta estos hombres de alambre, frágiles o moldea- bles, que se extienden por las tierras secas del sinsentido y el amor. Considera que los videojuegos han hecho mucho daño a la humanidad porque a veces actuamos como si tuviésemos cien vidas. Y por ello, Hay que viajar a Groenlandia.

Sí, debemos viajar a Groenlandia porque de repente uno se lleva un disgusto cuan- do descubre que las monjas no son vege- tarianas y que las comidas que preparan tus vecinos sólo son réplicas desmejoradas de lo que hiciste tú el día anterior y que únicamente por el agujero del papel del váter se puede contemplar un mundo higiénico y que los escasos cabellos de tu abuela no son más que espaguetis de una ración casi terminada y que los ingenieros de caminos jamás han andado hasta San- tiago y que los jueves prefieren ser lunes y los yogures almendras garrapiñadas y que lo que más conoces de tu familia es el ruido que hacen al llegar a casa con las llaves y que resulta imposible fiarse de un hombre que se llama Alfredo y no fuma puros y que la mujer con la que duermes al final sólo es un montón de moléculas de agua con uñas largas y que tu hijo en realidad no es un sol sino un fa sostenido y que el otoño lleva tantas “o” porque es una epoca donde caen cosas y sólo las “o” pueden rebotar y que los musulmanes sí que comen cerdos pero a éstos les encanta los carnavales y van disfrazados de corde- ro y que los blancos se creen mejor que los negros y tambien que algunos blancos de su edificio y que cuando una flor se mustia se queda como un lelo al que no le ha salido bien escribir la palabra pelota y que los globos aerostáticos se hinchan sólo por orgullo y dicen aquí estoy yo. Por eso no hay que dudar ni un solo segundo y viajar a Groenlandia.